martes, 29 de diciembre de 2009

Montoro “zappingueaba” el televisor sin ánimo de ver nada. De golpe encontró un canal que proyectaba su abultada imagen. – Menuda bazofia de reality- pensó- Un gordo tumbado en el sofá con una camiseta corta que apenas le esconde el ombligo y un quinto que ya no sé sabe si es mano o vidrio. ¿Pero que coño estoy haciendo con mi vida?- Se quito la camiseta. Se depilo los pelos del pecho dejando una aglomeración de matojos que intentaban decir la palabra “dead”. Bajo a la calle por la ventana, con unas sabanas anudadas. La sangre le hervía, la audiencia se disparaba hacía las estrellas. Por fin dejaba su huella, su aroma de aventura.
Entro en la panadería de siempre, la del 3% de share. Pidió una baguette con pasamontañas y pipa en mano y salio de allí como el “NO-DO”.
Caminaba satisfecho picoteando el pico de su barra de pan. Hoy era la estrella, jamás volvería a ser aquel segundo plato que se mira durante los anuncios.

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