lunes, 4 de enero de 2010

El pirata “barba dejada” era muy temido entre su tripulación. A su mando se conseguían los mejores tesoros que un marinero pueda imaginar, pero por el contrario el capitán gastaba muy mala leche. Aún permanece en la memoria del barco el día en que Ricardo dejo de ser Ricardo para convertirse en “ojo extraviado”. El muy cotilla, por no decir jilipollas, no tuvo mayor ocurrencia de echarle un ojo al camarote del capitán. Por suerte él salio vivo, pero el 50% de su vista se quedo allí en un pote con formol.
Después de una tormenta de mil demonios en la cual estuvieron a punto de palmarla todos, “barba dejada” se miro en el espejo y no solo vio su reflejo. Se le presento su odio en forma de dragón y se sintió tan y tan pequeño a su lado que tuvo el miedo de desaparecer para siempre. De repente cambio su actitud, quería devolver a ese ser legendario a su cascarón y aparecer de nuevo, a esos remotos años donde su leche aún no estaba caducada.
Chivato Martínez le dijo: - “Ojo extraviado” le ha mirado la raja del culo cuando usted se ha ido a atar los cordones de su pata de palo- - ¿Y le ha gustado?- le contesto el capitán. A partir de ese momento los tripulantes investigaron con cautela hasta que punto “barba dejada” se había convertido en un gatito manso. Y el radio del punto era de tal magnitud que acabaron por atarlo a una piedra y echarlo por la borda. Suerte que el huevo del dragón lo mantuvo a flote y su leche fresca en vida. Suerte que dejo de ser pirata para descansar en la isla paradisiaca de su paz.

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